Dijo Brencht: “El regalo más grande que puedes dar a los demás es el ejemplo de tu propia vida”. Pedagogías van y pedagogos vienen y siempre se llega a una misma conclusión, se educa con el ejemplo.
Esto viene a colación, ya que este día 15 de Mayo celebramos en nuestro país el Día del Maestro, y me es muy grato reconocer a quien ha sabido ser a lo largo de su fructífera vida, ejemplo de maestro y maestro del ejemplo… quien indiscutiblemente ha conformado su existencia con la valía personal de servir a los demás con una humana, solidaria y comprometida entrega y en su noble profesión, como uno de los más egregios y respetados pilares de la educación en Coahuila, me refiero al querido y admirado Maestro Cuauhtémoc Cortez Vázquez quien amigos y compañeros le ofrecemos un homenaje por sus 50 años de servir a la educación.
Cuando mi amigo y compadre “Cuauh” cumplía 30 años de servicio como maestro le dediqué este poema, ahora a los 50, lo refrendo con la misma admiración, respeto y cariño de siempre.
Para ser maestro necesitas
llevar la vocación en las entrañas,
en un salón sencillo y cotidiano
henchido de amor y de esperanza
poniendo mente, corazón y manos
convertirte en promotor de hazañas.
Para ser maestro necesitas
poder cultivar en las montañas,
hacer del yermo prodigioso huerto . . .
aunque pocos comprendan tu faena
arar, arar por igual en tierra buena,
arar en la mar o en el desierto.
Para ser maestro necesitas
un ideal como ardiente luminaria
que te mantenga en el timón del viaje,
soñar despierto en una ruta imaginaria,
pero tener presta el ancla y el coraje
de luchar para alcanzar el puerto.
Para ser maestro necesitas
sentirte pleno de entusiasmo
y poner toda tu fe en la humanidad.
Mostrarte enemigo de lo fácil
viendo en cada problema o contingencia
un reto donde puedas medir tu voluntad
y logres pulsar tu inteligencia.
Para ser maestro necesitas
disponer de buen sentido del humor,
la vida adquiere su mejor color
a través del cristal del optimismo
sobre todo, querer tu profesión
y amar a los demás como a ti mismo.
Para ser maestro necesitas
huir de la vanidad y la arrogancia
muestra evidente de un orgullo vano,
ser humilde, aceptar los defectos . . .
- recuerda que para ser maestro
no es requerible ser perfecto
sino simplemente ser humano -.
Para ser maestro necesitas
suscitar ante todo el aprender
no reduciéndote al acto de enseñar
que suele ser estéril y aburrido
- la docencia es un vuelo compartido –
y tu misión: ¡dejar a otros volar!
Para ser maestro necesitas
leer, leer en los libros y en la vida,
mas no pretender ser erudito, sino sabio;
hábil, creativo, innovador, altruista,
con una sonrisa siempre a flor de labios.
Para ser maestro necesitas
dejar constancia y huella de tu obra;
que tu paso por la escuela
no sea como la efímera estela
de una barca viajera
o el débil aleteo de la gaviota
que pasó por el mar . . .
sino como la azada del labrador
cuando surca la tierra.
Para ser maestro necesitas
la mente visionaria de profeta,
mas no confiar en la rueca del destino,
tener el alma sensible de un poeta
y para no desfallecer en el camino
poseer de un titán la fortaleza,
pero tener el corazón de niño.
Amador Peña Chávez
¡FELICIDADES MAESTROS Y MAESTRAS!